¿Dejás la piel del pollo en el borde del plato o la comés con gusto y sin hacer distinción? Si eres de los segundos puedes seguir haciéndolo tranquilo, la piel del pollo no es tóxica. La piel del pollo cumple con toda la normativa de seguridad alimentaria desde su alimentación en granjas, pasando luego por las Plantas de Procesamiento hasta que se encuentra servido en el plato. Representantes de la World Poultry Association en diferentes estudios garantizan que es un producto inocuo para la salud humana.
Lo que sí es cierto que esta parte del animal es la que puede llegar a tener el contacto más directo con algunas bacterias peligrosas (como Campylobacter, Salmonella o Listeria monocytogenes). Es importante la cocción correcta del alimento y seguir las medidas de higiene adecuadas.